De R. G. Dommerque Polacco de Menasce Doctor en Psicología, 5 rue Saint-Just,
Traducción del 6.2.1980
Al Señor Presidente del Tribunal en el caso Lischka
Palacio de Justicia de Colonia (Köln)
Señor Presidente,
Yo había tomado la iniciativa de escribirle, al enterarme del comienzo del proceso arriba mencionado. Quisiera pedirle aprecie el presente escrito como complemento ineludible del primero. Me enteré, por medio de la televisión, de que el Fiscal solicita doce años de prisión para el acusado. En mi facultad como judío, masón inactivo, Profesor de escuelas de Nivel superior y antiguo luchador voluntario contra el nazismo, me dirijo con extremada indignación contra tales injusticias. Esta palabra no es demasiado dura y quisiera explicarle el uso de la misma.
1º Entre mis amigos que son juristas, no se encuentra uno sólo que crea posible elevar una acusación después de 35 años, en especial si se trata de personas que ya habían estado en un tribunal y que fueron condenadas. Tal acusación, por lo tanto, es una verdadera violación de la ley, sin par en la historia humana.
2º Esta histérica persecución (hago uso de la palabra «hístérica en sentido clínico y no figurado) 35 años después de la guerra, ya es contraria a la ley, tan sólo en el espíritu del derecho internacional representa una excepción intolerable. Pero esta triste realidad aún es subrayada por los siguientes hechos horribles y detestables:
a) Las investigaciones que realicé desde hace un año. me demostraron que las acusaciones por etnocidio (asesinato de un pueblo) con cámaras de gas de seis millones de mis paisanos, son absolutamente falsas. En realidad, perecieron durante la guerra 800.000 judíos por acciones y consecuencias de ésta (incluyendo a aquellos de los campos de concentración), mientras que murieron 10.000.000 de alemanes; de ellos, por lo menos 1.500.000 en los campos de concentración aliados en Alemania y otros países. La desaparición de varios millones en siete campos de concentración, entre 1942 y 1944 es, por razones matemáticas, completamente imposible y el estudio de la técnica de gasificación prueba irrefutablemente que las cámaras de gas jamás existieron. Las únicas instalaciones para cámaras de gas las había -y las hay- en los Estados Unidos, pero para la ejecución de una sola persona a la vez. Gasificación colectiva hubo únicamente en los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial.
Que el señor Lischka, durante la guerra, fuera Jefe de Policía bajo un régimen legal, no puede ser delito. Eso es obvio. Conforme a ésto, se deberían tener en cuenta los siguientes hechos:
b) Por lo menos quince años antes de la existencia de los campos de concentración en Alemania y hasta el año 1972, en la Unión Soviética fueron aniquilados, aproximadamente, 120.000.000 de no-judíos, por un régimen judeo-marxista en un sistema de cárceles y campos de concentración, administrados totalmente por judíos: Yagoda, jefe del NKVD y sus colaboradores Ouritzki, Sorenson, Jejow, Davidowitsch, Berman, como jefes de los campos de concentración fueron judíos al igual que lo fueron los directores de los penales Kogan, Semen, Firine Apetter. Tengo la lista completa de estos verdugos judíos para los cuales aún falta un Súper-Núremberg para que sean juzgados. Tan sólo Frenkel es responsable por la muerte de millones de no-judíos.
Es inaceptable que se acuse a su país, no tan sólo injustificadamente de genocidio, lo que nunca ocurrió, sino que además se le obligue, contra toda lógica judicial y después de 35 años, a levantar acusaciones, así como dictar sentencias contra personas que no han hecho más que cumplir con su deber. Pero lo que aún pesa más, es que se le obliga a Ud. a cargar con una deshonestidad que no merece; pero que sí merecen los acusadores de Alemania, cientos de veces.
La comparación aún es incompleta, pues no hay una medida conjunta para los 800.000 judíos muertos durante la guerra y los 120.000.000 que fueron asesinados por un centenar de verdugos judíos. (Las fotografías más importantes de esto, las puede encontrar en el tomo II del Archipiélago Gulag de Soljenitsyn).
Quiero concluir diciendo que mis paisanos exageraron. Aún más, no les alcanza para la fama si pensamos que el régimen simbólico de los Rothschild, Marx, Einstein y Picasso, inicia un suicidio mundial.
La justicia elemental requiere que no se eleve esta acusación y que, en el peor de los casos, culmine con una liberación clara y simple o mejor aún, que sea denegada como incompleta ya que no se trata de violencia, la cual sí afectaría ya al derecho penal general.
Si yo dominara el idioma alemán, me hubiera ido ante el Tribunal para dar a conocer los 50 nombres de los verdugos judíos que asesinaron a los 120.000.000 de goyms en la URSS y a demostrar la imposibilidad matemática de la aniquilación de 6.000.000 en un tiempo limitado, tanto como la inexistencia de las cámaras de gas. Usted puede hacer llegar la presente a ambas partes como también a la prensa, la cual es completamente manipulada por mis paisanos. Crea usted, señor Presidente, en la seguridad de mis respetos y en mi esperanza de ver relevarse a Alemania de esta humillante servidumbre por la cual el actual proceso es una verdadera farsa, ¡un símbolo entristecedor!
R. G. Dommergue Polacco de Menasce.